Nunca se ha visto nada igual hasta la fecha. El hidrógeno turquesa es una de las fuentes de energía más prometedoras del futuro, y todo parece indicar que llega para quedarse y cambiarlo todo. Al menos todo tal como ha estado hasta ahora. Se trata del digrógeno turquesa, que ha irrumpido como una alternativa al hidrógeno convencional, superando en eficiencia y sostenibilidad a las variantes verde y azul.
Este nuevo combustible se obtiene a través de un proceso de pirólisis que descompone el metano del gas natural o el biogás, liberando hidrógeno y carbono en estado sólido. A diferencia de otros métodos, evita liberar dióxido de carbono a la atmósfera, lo que contribuye a la reducción de emisiones contaminantes. Todo un plus que a muchas personas les está haciendo poner cara de asombro y estupor.
¿Cómo se produce un combustible mejor que el hidrógeno convencional?
Mediante la pirólisis. Este mecanismo involucra el calentamiento del gas natural en presencia de un metal fundido, lo que desencadena la descomposición del metano en hidrógeno y carbono sólido. Este último, en forma de subproducto, tiene múltiples aplicaciones industriales. Se utiliza, por ejemplo, en la producción de fibras de carbono para aviones y automóviles, así como en el refuerzo de neumáticos.
Lo mejor de todo esto es que no genera ningún tipo de gas tóxico o nocivo ni para las personas ni para el medio ambiente. Y esto se traduce en una alternativa que sin duda hay que seguir explorando de cara a un futuro limpio, puro y libre. Un futuro donde todos y cada uno de nosotros seamos capaces de coger el coche sin miedo a estar contaminando nuestros pulmones. Un futuro donde veamos que, cada vez más, la gente está interesada en velar por la salud del propio planeta.
El rol del digrógeno turquesa en la descarbonización
La producción de hidrógeno turquesa se alinea con el objetivo de alcanzar la neutralidad en carbono a nivel global. Al no generar emisiones de dióxido de carbono durante su obtención, este combustible tiene el potencial de reemplazar a otros menos ecológicos, lo que contribuiría significativamente a la reducción de la huella de carbono en sectores industriales clave. Además, su capacidad para aprovechar recursos como el gas natural y el biogás lo convierte en una opción sostenible para la transición hacia un modelo energético más limpio.
Aplicación comercial
Empresas como la japonesa Ebara, en asociación con institutos de investigación, han perfeccionado el método para llevar el digrógeno turquesa al mercado a partir de 2026. Es decir, solo dos años nos separan de poder disfrutar (al menos algunos) de una energía limpia que produce grandes beneficios para la tierra y la propia humanidad. Este proyecto está respaldado por el gobierno japonés y se basa en la extracción independiente de hidrógeno y carbono en reactores separados, permitiendo la obtención de diferentes tipos de carbono sólido sin afectar la producción de hidrógeno. Con este novedoso enfoque, busca satisfacer la creciente demanda de energía con un combustible limpio, eficiente y asequible. Poniendo la tilde en asequible, sobre todo si consideramos lo caro que puede resultar ser «sostenible» hoy en día.
Un futuro prometedor que todos queremos ver
Con la demanda global de energía en constante crecimiento, el digrógeno turquesa tiene el potencial de convertirse en un pilar fundamental para la descarbonización de la economía mundial. Su proceso de producción, limpio y eficiente, promete revolucionar la forma en que se produce el hidrógeno, abriendo nuevas oportunidades para industrias que buscan fuentes de energía con baja huella ambiental. Si este combustible logra cumplir con sus promesas, podría ser el catalizador de un cambio significativo hacia un futuro sostenible. Todo esto se trata de una noticia que no solo cambiará el modo de «repostar», sino el de la propia humanidad.